martes, 8 de mayo de 2012

Reseña de una extracción

Un día, luego de una visita odontológica, se presentó en el horizonte una situación con la que el letrado indicó que tarde o temprano había que enfrentarse. Una extracción era inminente.

Cuando te encariñas con la gente, al pasar del tiempo buscas la manera de hacerles más llevadero el transitar por la vida. Al despedirme de personas preciadas regularmente deseo que nos volvamos a encontrar en el camino y que ojala tengamos la oportunidad de compartir equipos de trabajo.  Y como lo que pedimos aveces se nos hace realidad, una gran amiga con la que compartimos mucho, mientras estudiaba odontología, le comenté la situación que tenia en mis muelas del juicio y de paso que algún día ella las tendría a disposición para contribuir en su formación profesional.

Un buen día la diligencia estaba hecha; en cuatro días la situación cambiaría; y valla que cambio. Exámenes, radiografías, sala de espera, siéntate aquí, 7:30 p.m., ella es la profesora, el mi compañero, mucho gusto, primera inyección, ya estaba pasando; la promesa se estaba saldando.

Sabíamos que no era un trabajo fácil, al menos eso decian los que sabían y las radiografías no lo desmentían. En la primera incisión sobre la elegida, mi tejido cobró voluntad con la incisión y tal como tela que sede ante el filo de una tijera, no se detuvo con el bisturí, lo que alarmó al equipo y decidieron suturar sin hacer mayor cambio ya que según me explicaron corría el riesgo de que "entrara aire" y según entendí, eso no es bueno. Antes de terminar con la sutura, y ya que estamos aquí, vamos por la otra, inyectamos anestesia del otro lado.

Ya la cuenta iba por 7 inyecciones, faltaban unas cinco más, ese día.

Incisión, sostenga para este lado, ponga la cara para este otro, hueso expuesto, encienden la turbina especialmente comprada para esta operación, hay que fracturar el hueso, pero la turbina no parece tener suficiente potencia, probemos con la vieja fiel; con esta va mejor, sin embargo a un ritmo lento para mi gusto.

Más de hale para allá, cabeza para acá. Presión, empuje, hale, sostenga firme, fracture aquí, intente sacar, nada que sale, rompa más, taladre aquí, presione acá, fracture allá, vuelva a intentar, nada todavía. Hay que segmentar, la muela en pedazos podremos sacar. Saca un pedacito, rompe más,quita hueso allá, prueba por este lado, ahora si salió la astilla pero aun hay que seguir.

En un momento el dolor se acomodó y era necesario inyectar sobre el nervio que ya era un protagonista del proceso junto con una arteria, quienes servían de asiento a la molar a desalojar. No recuerdo haber tenido las manos tan vacías, los posa brazos de la silla se escondieron por miedo a ser ellos los que recibieran un apretón que me mantendrían sujeto a la cordura o menos desesperado.

El dolor se fue para volver mucho tiempo después, pero sin avisar llegó el frío a hacerle relevo. Se posó en las rodillas y empezó a hacer de las suyas como ya acostumbra. No le importó que incomodara ni mucho menos que nadie lo extrañaba en eso momento. El solo llegó como la visita que llega unos minutos antes de que salgas para mantenerte en el sitio.

Sin dar tiempo a acostumbrarse, la rutina reinició. Esta vez manos entumesidas de tanto halar para acá y mirar para ayá. Volvimos con los tirones, esta ves eran más confiados y menos precabidos, las sutilesas se habian diluido, se empezaban a notar las dos hora de faena y el cansancio que deja la burla de la que se esconde pero se agarra durísimo para que no la desalojen de lo que ha sido lo que ha conocido como su casa durante su existencia toda.

Cuando menos percatamos ya era poco lo que quedaba por hacer, ya se sacó todo lo que se dejó sacar, ahora hay que empezar recoger el desorden; encía en su lugar, astillas para afuera, hilo para adentro, succiona por aquí, amarro por allá. Levántate lentamente, apago este aparato, boto esa gasa, 9:30 p.m.

Debes comprar esto y tomartelo ya, camino a la casa empieza a pasar el efecto de la anestesia, pero ese es otro cuento.

A pesar de todo lo que viví durante la extracción, tenia el consuelo de que me estaba evitando un mal futuro y me consolaba al pensar que cada vez faltaba poco para terminar el mal rato. No tenia ni idea de lo que vendría después, lo comentaré en una próxima entrada.